Se acercan las elecciones y como cada legislatura, se repiten los rituales en todos los partidos, nuevos y antiguos. Se escenifican las rupturas de los pactos que hasta ayer eran válidos, con motivos más o menos justificados, todos los partidos que se han mantenido en silencio comienzan a denunciar la parálisis del gobierno, siguen con los videos vacuos, las promesas vacías, intentando arañar un voto. De pronto se acuerdan de las barriadas, aparecen con sus palmeros para reunirse con vecinos hartos de promesas, sonríen a cámara, se marchan…
Y así va El Puerto. Así va España, de hecho. Va de promesa vacía en promesa vacía hasta pisar la alfombra, va aburriendo a los ciudadanos, que cada día se sienten más despegados de sus «representantes», incapaces de transmitir nada, de gestionar nada, de solucionar nada. Porque no importa quién gane las elecciones, probablemente el que más lugares comunes pise, porque El Puerto seguirá anquilosado, atrapado por su historia, inmovilizado por su burocracia, por sus «planes» gestionados desde un despacho carente de sentido común, seguirá sin suelo industrial, seguirá convirtiéndose en un dormitorio de las ciudades de alrededor, seguirá desangrando el comercio local…
Y por eso apelo a nuestros polítcos, a todos, de todo color y partido, para que se sienten juntos y pongan en marcha un plan entre todos, un plan que tenga continuidad en el tiempo, los próximos 20 años, un plan que no desmonten los siguientes en entrar en el Gobierno, un plan que piense en el ciudadano, que nos convierta en un referente, que agrupe el suelo industrial, que aligere nuestras deudas, que mejore el transporte público, que peatonalice el centro, que nos permita vivir El Puerto, que lo mantenga limpio, más allá de todo interés partidista.
Claro que, a lo mejor, visto lo visto, es demasiado pedir a nuestros representantes.