Son los habitantes que tiene El Puerto de Santa María según los datos del Instituto Nacional de Estadística para 2018. Creo que es relevante que nuestros políticos lo recuerden. Y no solo hablo de Germán Beardo, nuestro ínclito señor alcalde, sino también de nuestra venerable oposición.
Es importante, o debería serlo, a la hora de formar gobierno, pensar que nuestros votantes han depositado en nosotros, no un papel con valor simbólico, sino una validación de un programa electoral, una serie de medidas que quieren ver puestan en marcha en nuestra ciudad, una esperanza de mejora. Y como depositarios de esa esperanza, nuestros políticos deberían sentirse obligados no solo a oponerse o a fiscalizar al gobierno de la ciudad, sino que, incluso desde la oposición, deberían preocuparse por alcanzar acuerdos que resultaran beneficiosos. Porque, ¿es mejor un cumplimiento del 0% de un programa que como candidato creíamos que era importante para la ciudad? ¿No sería más interesante, a base de negociación y de dar y tomar acuerdos y cesiones, conseguir, digamos, un cumplimiento del 25% de nuestro programa?
Lo mismo es aplicable, por supuesto, al partido gobernante. Algo más de 10.000 portuenses han confiado en el PP, han depositado su confianza y esperanzas en un programa, en unas medidas y en una persona. Pero el PP no gobierna para 10.000 personas, sino para 88.364, que somos las que nos vemos afectadas por las políticas y decisiones que se toman en el Ayuntamiento. Todos pagamos -o deberíamos- impuestos, todos nos vemos afectados por las ordenanzas y por decisiones que en principio pudiera parecer que no nos afectan.
Crear empleo, reducir trámites, crear una oficina de atención única, simplificar la burocracia de un Ayuntamiento, reducir gastos, devolver préstamos, negociaciones importantes, la lista podría seguir indefinidamente, no son decisiones que podamos permitirnos que ponga en marcha un gobierno y lo deshaga el siguiente. No podemos permitirnos crear concejalías, cambiarlas de nombre, unirlas, separarlas, con cada cambio de partido ganador de las elecciones. Todo eso cuesta dinero. Y no a los partidos, sino a los 88,364 portuenses que somos y vivimos aquí.