Galería Vittor Emanuele II

Hay noches en las que la imaginación vuela, que plantea escenarios imposibles. Imposibles, pero no por el dinero, o por la capacidad técnica que es necesaria: imposible porque requiere de un proyecto global, de ver más allá de las próximas elecciones y porque los portuenses tendríamos que creérnoslo. En esas noches, me gusta soñar con El Puerto y cómo me gustaría verlo, regio, señor de los Cien Palacios, engalanado. Y suelo terminar soñando con ver las bodegas de nuestra ciudad como centros comerciales, unidas entre ellas por calles peatonales y cubiertas por hermosos techos a la manera de la Galleria Vittorio Emanuele II de Milán.

Un centro de El Puerto peatonalizado, con esas bodegas abiertas y con comercios en su interior: con una oferta añadida, ¿piscina para hacer surf? ¿skate park? ¿pistas deportivas? ¿tiendas, bares, restaurantes de estrella Michelía? ¿centros formativos gastronómicos?. Sí, sí, sí, sí, y sí.

Lo malo de esas noches es el despertar a una ciudad abandonada por sus políticos y por sus empresarios, por sus ciudadanos. Ojalá una noche compartamos esa ensoñación y logremos unirnos para hacer de El Puerto un verdadero referente.

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